Los lugares nos habitan por Vanina Saracino
Los lugares nos habitan
Por Vanina Saracino
Por todas partes, había espacio mudo.
No era la nada, por cierto no lo era, pero todo guardaba un silencio absoluto.
En cierto sentido, todo nos era anónimo. Todavía.
Años u instantes después, este cosmos silencioso empieza a sacar su voz.
Nuestra percepción de un mismo entorno muta. Se suma un peso diferente, y de pronto nos encontramos con algo que supera y excede los atributos formales del espacio – nuestro punto de partida.
Sensaciones. Representaciones. Recuerdos. Mutan la gravedad de un espacio físico. Irrumpen en la visión de manera cada vez más nítida mostrándonos algo que no habíamos visto antes, algo que no existiría por sí sólo, en la percepción aislada de sus atribuciones posteriores. El estómago, el corazón, las entrañas, trabajan para ello con sus maniobras insondables, con sus movimientos tan abruptos, tan imperceptibles.
El espacio se desnuda. A su vez, emerge un lugar que nos habita.
¿Cómo podríamos dar cuenta de este proceso?
“Paisajes de la Memoria” pretende restituir a las evidencias de los espacios fotografiados su dimensión de recuerdos, devolviéndoles su voz, su esencia de lugares mediante la transposición a otro lenguaje. La artista invita por e-mail a un grupo de amigos y personas cercanas a ella, a participar en su proyecto, pidiendo que envíen una fotografía capaz de suscitarles algún recuerdo significativo, dejando de lado sus características estéticas al momento de la selección. La fotografía digital, es decir la manifestación visual que más se acerca a una “evidencia” en el sentido común, es entonces el punto de partida para la reinterpretación del recuerdo que encierra, en un traspaso que utiliza el lenguaje de la pintura como medio. Es así que una segunda mirada, la mirada de la pintora, interfiere entre el espacio inicial y su representación en la memoria, volviendo a relatar algo que – sólo a partir de ahora – también le pertenece.
La intención que subyace a este acto es la de devolver a la finitud formal de la materia tangible, capturada en la imagen fotográfica, la leve tensión irresuelta que envuelve los lugares del recuerdo. Cada representación de un recuerdo será, a su vez, la creación de un recuerdo nuevo; una especie de intrusión o intervención en la memoria ajena, que reinterpreta y transfigura los relatos para crear nuevas historias y más recuerdos, que serán a su vez manipulados y expresados nuevamente, en un círculo que jamás se cierra.
“Paisajes de la Memoria” es un proyecto animado por la fe en el poder que tiene la representación pictórica de conservar cierta esencia de la experiencia, precisamente mediante su incorporación en una mirada diferente, su asimilación en un recuerdo ajeno, su modificación paradójica y enriquecedora.